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De la ciencia como saber a la ciencia como cultura

 

El propósito de este trabajo es reconstruir el surgimiento de la historia de la ciencia como una disciplina independiente. Se procurará señalar su estrecha relación con algunas corrientes de la filosofía contemporánea, reseñar las propuestas de las escuelas más influyentes en historiografía y sociología del conocimiento y discutir algunos de los problemas a que se enfrentan.

Bruno Latour

 

Los sociólogos franceses, Bruno Latour y Michael Callon, parecen coincidir con sus colegas británicos y norteamericanos en puntos esenciales sobre el carácter social e histórico del conocimiento. Sin embargo, existen importantes diferencias que hacen que sus propuestas sean aún más radicales y controvertidas. Al igual que su compatriota Michel Foucault, Latour y Callon se muestran particularmente interesados en explicar el conocimiento en términos de relaciones de poder y control.

Aristóteles

 

Aristóteles, que nació en la ciudad de Estagira alrededor del año 384 a.C. y fue hijo del médico de Amintas, rey de Macedonia, tuvo una posición privilegiada en la sociedad griega que le permitiría dedicar su vida al conocimiento. La magnitud de su obra y su influencia en la historia de la ciencia y en la historia de la cultura en general es única. Muchas de las ramas de lo que hoy conocemos dentro del campo de la filosofía, de la lógica, de la ética, de la metafísica, de la teología, y de algunas de las más importantes áreas de las ciencias naturales como la física, la astronomía, la historia natural, al igual que la historia o la literatura tienen, como punto de partida ineludible, el trabajo de Aristóteles.

La ciencia después de Aristóteles


El contacto de los griegos con otras culturas ampliaría los horizontes de la Grecia clásica trayendo cambios considerables en el ámbito cultural y permitiendo que las tradiciones griegas se encontraran con las egipcias y, posteriormente, con las romanas. Si bien Grecia perdería su papel central en la historia de la cultura, en Atenas se trataría de mantener una tradición educativa. Continuarían funcionando la Academia y el Liceo, y aparecerían otras escuelas filosóficas importantes, entre las que se pueden destacar la escuela de Epicúreo (307 a.C.), así como la de los Estóicos (312 a.C.).

Roma y la Alta Edad Media ¿Decadencia de la ciencia antigua?


Los periodos históricos a través de los cuales se nos enseña la historia deben examinarse con cuidado. La expresión Edad Media aparece en los siglos XIV y XV entre los humanistas italianos que se refieren a un periodo intermedio entre la antigüedad, que estudiaban con fervor, y su propia época. Desde el principio del renacimiento Italiano la Edad Media tiene, pues, una connotación peyorativa y que muchas veces se reemplazaría por él término “oscurantismo”, haciendo referencia a un periodo estéril en el ámbito intelectual. Sin embargo, este tipo de valoraciones deben verse con otra perspectiva.

La Baja Edad Media


En los siglos XI y XII la relación entre teología y filosofía se fortalece debido, en parte, a que surge un creciente equipo de traductores que empieza a estudiar los tratados antiguos que los árabes habían trabajado y conservado durante siglos. Uno de los ejemplos más característicos de esta nueva corriente es el Papa Silvestre II, quien muere en el año 1003. Por medio de contratos eclesiásticos y eficientes relaciones diplomáticas, Silvestre II comienza a adquirir tratados árabes sobre matemáticas y sobre el uso del astrolabio para ser traducidos al latín.

Cuantificación y representación matemática del movimiento


Las teorías del movimiento que surgen con la ciencia moderna son matemáticas por definición y seguramente nos parecería inconcebible aproximarnos al problema del movimiento desde una perspectiva que no fuera cuantificable. Sin embargo, por más evidente que nos parezca, es importante saber que no siempre fue así, y que la descripción matemática de fenómenos naturales no es una respuesta a las preguntas básicas de la filosofía del mundo antiguo.

El Renacimiento y la Revolución Científica


Desde la época de Francis Bacon (1561 –1626) hasta hace algunas décadas, algunos comentaristas han alimentado y justificado la idea de una gran Revolución Científica, idea que supone que entre los siglos XVI y XVII se dio una transformación radical en la historia del conocimiento, tan decisiva e importante que se ha descrito como una de las más importantes rupturas en la historia de la civilización occidental. A lo largo de este capítulo trataremos de encontrar los orígenes de esta idea y daremos una breve descripción del contexto histórico y cultural en el que aparecen las nociones modernas de conocimiento científico.

Las sociedades científicas del siglo XVII y la tradición experimental


Un aspecto importante de los planteamientos baconianos es la idea implícita de una institucionalización de la ciencia como eje central de las políticas de estado. En sus días, Bacon propuso la fundación de una academia (una “Casa de salomón” como él la llamaba en su obra póstuma La Nueva Atlántida), la cual no sería simplemente una sociedad culta, sino algo parecido a lo que hoy vemos como un centro de investigación y enseñanza en donde deberían existir laboratorios, jardines, bibliotecas, y se deberían recopilar los saberes de otras naciones. Esta idea de fundar una sociedad científica no atrajo mucha atención en sus días, como la mayoría de sus proyectos, sin embargo, años más tarde, se pondría en práctica un proyecto similar.

La Imprenta


Para Francis Bacon, (1561-1626) los tres inventos que marcaron una nueva época fueron la pólvora, la brújula y la imprenta. Y el Sunday Times (1999) declaró a Johann Gutenberg como el hombre del milenio. Este tipo de afirmaciones tienen cierto tono exaltado y no están libres de exageración, pero no hay duda que cualquier intento por explicar el nacimiento de la ciencia moderna que deje de lado las prácticas y los instrumentos de comunicación que acompañan la aparición y consolidación de una tradición científica moderna quedará incompleta y hasta cierto punto vacía.

Francis Bacon (1561-1626)


La influencia de Francis Bacon en la historia de la ciencia es enorme y su obra se convertirá en un marco de referencia obligado de la política científica de la Inglaterra moderna. Aunque se le considera el “padre del empirismo”, no es una figura halagada por la filosofía de la ciencia contemporánea. Sin embargo, su obra, y su insistencia en el papel de la observación como fundamento de la nueva ciencia y el sentido pragmático y político de su visión del papel del conocimiento en la sociedad, están muy presentes en los discursos sobre los que se legitima la ciencia en la Europa moderna.

René Descartes (1595-1650)


La meta de Descartes era dominar el árbol del conocimiento de la naturaleza. En 1637 publicó su más famoso libro, el Discurso del método, una de las primeras obras filosóficas no escritas en latín, en la cual Descartes hace un breve análisis del llamado método deductivo y presenta un esquema de su visión del mundo. En 1641, con la publicación de otra obra, Meditaciones metafísicas, Descartes continuó presentando al método deductivo como el adecuado para aproximarse al estudio de la naturaleza. Sin embargo, así como estas dos obras determinan las raíces de su árbol del conocimiento, el tronco sería analizado en cuatro obras tituladas El mundo, Dióptrica, Geometría, y Meteoros. En ellas Descartes abarcó temas variados como mecánica, cosmología y filosofía natural. Finalmente, en 1644 se publicaría su última obra, Principios de la filosofía, en la cual se compilan sus ideas tanto en el ámbito físico como metafísico.

Estética y representación de la naturaleza en el Renacimiento


La ciencia y el arte parecen haber tomado caminos diferentes y hoy nos parece obvia su diferenciación. Sin embargo, queremos mostrar cómo durante el Renacimiento, bajo la influencia de una tradición neoplatónica, astrónomos y artistas legitimaron sus obras bajo principios comunes.

El modelo cosmológico de principios del siglo XVI


Antes de entrar estudiar el origen y desarrollo de esta revolución cosmológica, es preciso recordar los más importantes conceptos cosmológicos que se manejaban en la época de Copérnico, así como el nuevo problema de reformar y mejorar el calendario basado en el año solar. El modelo cosmológico del momento era básicamente el mismo que habían desarrollado los griegos desde Aristóteles hasta Ptolomeo, pasando por figuras como Eudóxio de Cnido y Apolónio de Perga. Era un sistema geocéntrico. Sin embargo, este modelo cosmológico, para la época de Copérnico, se estaba empezando a ver como algo complicado, y sus conceptos básicos se estaban empezando a cuestionar por no coincidir con algunas observaciones astronómicas del momento.

Johannes Kepler


La obra de Johannes Kepler (1571-1630) es inseparable de la de su compañero Tycho Brahe (1546-1601), ya que gracias a su trabajo, Kepler podría desarrollar las teorías y leyes astronómicas que son famosas hoy en día. La importancia de Tycho Brahe radica, no tanto en desarrollar grandes innovaciones en el ámbito teórico de la astronomía, sino en una inmensa colección de observaciones que traían una exactitud nunca antes vista en la historia de la astronomía. Hacía sus observaciones con gran regularidad y al repetirlas varias veces consiguió la perfección que lo hizo famoso. Pronto, el trabajo de Tycho desplazaría gran parte del catálogo ptolemaico y su trabajo sería el nuevo pilar de la astronomía moderna.

Galileo Galilei


Más que ninguna de las figuras que hemos visto hasta ahora, el nombre y la obra de Galileo se han identificado con el nacimiento de la ciencia moderna. Se le presenta como la persona que logró un rompimiento entre el mundo aristotélico y el mundo moderno, cuestionando la autoridad, la superstición y la fe, para darle paso a la razón y al experimento como el fundamento de la ciencia que se basa no en la autoridad sino en los hechos. A través de elegantes experimentos y novedosas observaciones con planos inclinados, péndulos e instrumentos como el telescopio, se ha dicho que Galileo construyó los fundamentos de una nueva física para una nueva cosmología.

Isaac Newton


Newton disfrutó en vida la admiración y el respeto de sus contemporáneos. En el momento de su muerte Newton era presidente de la Real Sociedad de Londres y gozaba de la reputación de ser el más grande científico de su época. Parte de la visión que tuvieron de él sus contemporáneos, es expresada en el bien conocido epitafio de Alexander Pope: “Nature, and Nature’s Laws lay hid in Night. God said, Let Newton be! and All was Light”. En 1727 Isaac Newton fue sepultado en la abadía de Westminster, un honor que no había tenido ningún hombre de ciencia hasta el momento.

Una nueva medicina


En la Europa del siglo XVI el conocimiento sobre el cuerpo humano y la medicina teórica estaban reservados a un pequeño grupo de aristócratas que dedicaban sus vidas al estudio de la medicina. Escrito en lenguas cultas (griego, latín, árabe, hebreo), este conocimiento venía, casi en su totalidad, de la tradición galénica que se había establecido quince siglos atrás. A lo largo de la Edad Media los debates médicos se hacían desde una perspectiva más teórica que empírica y, más que ver el estudio del mismo cuerpo humano como una forma de desarrollar el conocimiento médico, los escritos y teorías de Galeno prevalecieron sin mayores cuestionamientos; y, para finales del siglo XV eran todavía la principal fuente del estudio de la medicina.

Historia natural y la apropiación del Nuevo Mundo


Durante el siglo XVIII los viajes de exploración se convirtieron en el centro de intereses públicos, políticos y comerciales de las élites europeas. Ambiciosos proyectos de exploración a países lejanos fueron un esfuerzo común de los imperios europeos. La historia natural constituiría una forma de apropiación y jugaría un papel central en las políticas de Estado; el trabajo del naturalista clasificando y nombrando objetos naturales facilitaría el control no sólo de la naturaleza sino de otras culturas. Este es un período durante el cual los europeos sintieron que su poder sobre la naturaleza se incrementaba, pues no sólo habían logrado conquistar buena parte del globo terrestre, sino que también habían promulgado el descubrimiento de las leyes físicas que rigen el universo.

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